lunes, 12 de enero de 2015

Reflexiones de un gato obeso.


Me llamo Chicho, soy un gato viejuno de 12 años. Y soy obeso. No porque me flipe el pienso de buey,las gambas y los donettes, que me flipan. Soy obeso porque mis dueños tuvieron la desvergüenza de caparme privándome así de cualquier placer gatuno. No conozco hembra y eso me ha hecho ser así, un gato a medio hacer. Un gato-perro, como me dicen en casa, porque por lo visto, cuando era pequeño, me tiraban una bola de papel albal y yo corría para atraparla con mis blancos incisivos y luego devolverla al individuo en cuestión , cosa dicen que hacen mis colegas los canes.
Vivo bien, aunque tengo una hernia por el sobrepeso. Como gambas cuando ellos tienen algo que celebrar, me cepillan el pelaje este tan bonito que tengo, me dejan meterme debajo del brasero cuando arrecía el frío, sin saber que un día puedo salir ardiendo tipo bólido.
Mi familia dice que no soy un gato normal, quizá porque mi madre Chicha, que en paz descanse, no pudo darme teta y fueron ellos los que se encargaron de alimentarme a través de una jeringuilla de leche de veterinario.  Eso me habrá hecho ser un gato bueno, no se bufar, lo he intentado enfrentándome a perros vecinos, a gatos de bandas callejeras, juguetes rotos del duro mundo gatuno…pero nada, no hay manera. Por cierto, de mi padre no se sabe mucho, creemos que era negro y gitano, que perdió un ojo en una reyerta gatuna, y que en cuanto vio a mi madre, ( que era bien guapa)  en una de sus escapadas, el flechazo fue mutuo, del idilio salimos 5 gatillos, fui el único superviviente…

He sufrido poco en la vida, no he tenido que marcar territorio porque tengo un patio lleno de macetas con flores para mí solito.  En verano cazo alguna lagartijilla, aunque el arte de la caza tampoco sea lo mío. En realidad lo hago por hobbie.
Pero estoy mayor, duermo mucho y ahora, los pequeños de la casa, que son 4, me putean constantemente. Se suben encima, me tiran del rabo, me persiguen sin parar los pequeños maderfuckers, pero sé que no saben lo que hacen, no como sus abuelos cuando decidieron quitarme las pelotillas sin miramientos.

Yo el mundo humano, lo veo a través de la ventana. Conozco a los vecinos, al panadero, y al cartero. Luego a un rumana que siempre viene de vez en cuando a por un litro de leche. Además, los turistas cuando pasan por mi casa y me ven todo gallardo, desenfundan sus cámaras y me hacen fotos a la vez qué exclaman: ¡Dios Santo qué gataco! Y es que alguno de ellos no se ha visto…. Yo poso con mi lado bueno. Soy  consciente de mi encanto, y me aprovecho, me dejo acariciar y me gusta pensar que soy un gato famosete.

Voy  un poco a mi bola, eso sí es de gato normal. Pero me gusta mi familia, me gusta verlos en sus idas y venidas, como cocinan, como discuten, como se quieren los frikis  y se echan de menos. Me gusta ser gato, darle bocaetes a la abuela en las piernas cuando no lleva medias. Me gusta ponerme panza arriba, para que el abuelo me haga cucamonas con su zapatilla de estar en casa. 

Quiero decirle a mi familia, que aunque no lo demuestre mucho, yo los quiero y me gustaría  pedirles perdón por la vez que pinché una piscinilla de plástico a estrenar porque me dio una pataleta de gato malcriado. Perdón por la cantidad de pelos que suelto.  Por las gambas que he robado a traición y por las macetas que me he cargado. Quiero decirles, que ya les he perdonado, por lo de quitarme mi virilidad y haberme privado de una juventud salvaje y loca,  y por reírse de mí cuando me tunean al ponerme pajaritas en el pescuezo , que a pesar de todo eso, de ser u  gato a medio hacer, herniado y virgen ,estoy orgulloso de llamarme D. Chicho García Díaz.





1 comentario:

  1. Si Chico pudiese hablar, seguro que decía lo mismo que has puesto tú. Me ha encantado! ya sabes la pasión que siento por estos animalitos.Un besazo para mi Geni loca!

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