lunes, 16 de septiembre de 2013

De Pueblo


Cuando alguien me pregunta de dónde soy, siempre digo: "de la provincia de Jaén". Nací hace 34 años en Baeza pero, desde mi infancia, mi vida ha estado muy ligada a Génave, el pueblo de mis abuelos paternos, pequeño y encantador, y que amable se desliza por la ladera de la sierra de Segura como un puente de serenidad entre Andalucía y La Mancha.

Recuerdo cuando éramos pequeñas, llegar al desvío que indicaba 4 kilómetros hasta el pueblo y serpentear la carretera con el Renault 9 de mi padre hasta vislumbrar el pueblo peinando la ladera y coronado por los pinos donde tanto me gustaba ir con mi abuelo Isidoro a recoger almendras o tomates del huerto.
Al llegar al pueblo, el olor característico de las chimeneas invernales mezclado con pinos y aceite nos daba la bienvenida. Bajábamos del coche con la ilusión de ver a mis abuelos y sentarnos todos en torno a la mesa camilla con el brasero de ascuas para ir recibiendo las visitas de mis tíos, primos y vecinas, y comentar cómo estará la cosecha, si llueve o si nevará, o quizá si ese año, por desgracia, han habido sequías. Hablamos de la vida en general, de los vecinos, y disfrutamos de las buenas viandas que ofrece esa buena tierra.

En Génave hemos aprendido lo digno y duro que es el trabajo del campo. Ayudar a mi padre en la recolección de la aceituna siempre ha sido una experiencia: las heladas tempraneras, los chorizos asados en la lumbre, contemplar el paisaje mientras tiras de los mantones, la hora del almuerzo y de compartir la capacha, y escuchar todos los años las mismas anécdotas de mi abuelo, pastor de profesión y noble de condición. El abuelo Isidoro, ¡qué gran hombre! Si supiera que gracias a él siento un gran respeto y cariño por las personas mayores, por los animales y por la humildad y generosidad que irradiaba al paso lento de sus alpargatas de esparto. Me solía llamar “la tía blanquilla” y siempre llevaba los bolsillos llenos de almendras y caramelos para dárselas a sus nietos, además tocaba la bandurria y la guitarra con maestría y sabiduría innatas… Ahora sigo viendo a mi abuelo en los ojos de mi padre…

También tengo que agradecerle al abuelo Isidoro parte de la gran pasión que siento por la música, por las bandas de pueblo y por los pasodobles,  esos que con tanta alegría hemos bailado siempre en la verbena de las fiestas y que tanto nos gustan a mi tita Mari, a mis hermanas y a mí, y como no, las vaquillas y verlas atravesar el campo hasta entrar triunfales en el pueblo, el ambiente de los genaveros y su acogida a los que en su día tuvieron que emigrar, los bares, los quintos, las tapas, los Pizarrines… Y por supuesto, la venerada Virgen de Campo procesionando por las calles engalanadas.

Todo lo vivido hasta hoy a través de la cultura del pueblo genavero, ha sido para mí fundamental en la manera de afrontar la vida, en los valores aprendidos por sus gentes. La humildad y generosidad de mi familia genavera, son una garantía de vida, de valorar lo que es importante de verdad. Hoy día, siempre estamos deseando volver, arraigarnos un poco más a la tierra paterna, disfrutar del aire sano, de las huertas, de la sencillez de sus habitantes, de su plaza y de la fuente dónde Miguelillo, nuestro sobrino, que tiene la misma mirada de su bisabuela María, disfruta y aprende las cosas buenas del pueblo de su abuelo Paco. Él y el resto de pequeños de la familia ya saben la suerte que tienen mientras juegan y corretean felices por las calles genaveras. ¡Qué importante es tener raíces, y qué alegría tenerlas en Génave!

En Génave permanece la esencia de las cosas fundamentales de la vida. Eso me devuelve al mundo cada vez que, pasado el cruce que indica 4 kilómetros veo asomar dándonos la bienvenida, la Torre Tercia, los pinos y los verdes olivares…

Para mis abuelos,
María e Isidoro.

viernes, 21 de junio de 2013

Let's Stay Together


Todo empezó con las cintas que mi padre llevaba en la guantera del coche. Recuerdo una de Los Diablos y otra de Zarzuela Española que nos acompañaban en los viajes a la playa o al pueblo o a Jaén. Esos fueron mis inicios musicales cuando tendría unos 5 años. Estaba apuntada también a ballet , cosa que me encantaba y ¡hasta se me daba bien! Siempre me ha encantado bailar… hacíamos baile clásico, folklore de mi tierra, flameco, jotas…de ahí puede venir mi profundo arraigo a la música popular, de ahí y de las noches de verano y verbenas bailando pasodobles hasta el amanecer.


Bueno, la cosa es que tengo tres hermanas mayores y a ellas y sus adolescentes novios, que alguno ahora es marido, les debo casi toda mi pasión por la múscia. La adolescencia de mis hermanas fue complicada, sobretodo para mis padres, madre mía…en los años 80, una punki, la otra rockabilly y la otra con un pavazo a lo Snoopy y todas esas cosas de la época...Yo observaba el mundo desde la simpleza y no entendía porqué no podían ir al instituto vestidas normales, pero atisbaba que algo gordo que cocía en el mundo una vez que se pasaban los 15 años….

MI hermana Marisa escuchaba a los Ramones, a Kaka de Luxe, La Polla Record, Kikí d’Akí, La Mode, Radio Futura, Carlos Berlanga, Los Madness, Parálisis Permanente, Aereolíneas Federales, Siniestro Total, Glutamato Yeyé…en cintas que su novio ( ahora mi  querido cuñao Antonio y padre de mi futuro sobrino) le grababa en pleno fervor adolescente. Recuerdo que mi hermana estaba suscrita a una tienda de discos por catálago que llegaba a casa, Discoplay, me quedaba fascinada mirando las portadas de los discos…

Ahí empecé a encerrarme en mi cuarto cn el cassete de doble pletina y a flipar con la música, y tarareaba las canciones con letras descaradas que casi no entendía pero me hacían sentir muy bien, yo con mi cara llena de pecas y los vestidicos con enormes baberolas que mi madre con esmero me cosía, ponía en fila a mis muñecas y les hacía playbacks con coreografías incluídas , menuda friki ahora que lo pienso…

Y fui creciendo y escuchando de todo un poco, una época me dio por los Panchos, Jeannete, y Franco Battiato a la vez,¡qué grandes todos! Y me aprendía las letras y las interpretaba a lo psicodrama... menuda flipailla…me encantaba una cinta de doo wop que tenían mis padres y ahí empecé a querer vestir comos las chicas de los 50 y 60s de la portada…

El tener tantas hermanas con gustos tan dispares, hizo que me gustara de todo desde siempre, que escuchara todo tipo de música y eso creo que me ha hecho abierta y tolerante en cuanto a gustos musicales, cosa que les agradezco muchísimo!

En el instituto hacíamos puestas en común, nos grabábamos cintas. Tenía un compi que me grababa cassetes con dibujos que eran auténticas obras de arte, el contenido casi siempre eran Los Suaves.. ¡qué ilusión me hacía aquello!

Recuerdo cuando tenía que encargar los Cds para que me los trajeran desde Granada, me acuerdo de la ilusión con la que esperé el de Ocean Color Scene, ahorrando mis pesetillas y una vez que lo tenías te aprendías todas las canciones, las escuchabas millones de veces y nunca te cansabas. ..

Y llegó la universidad y Granada, con su enorme alma musical. Y allí fui muy feliz en muchos aspectos, pero a la música le debo casi todo. Amigos que me han enseñado, con los que hehe compartido casi todo a través de la música.( Gracias a Frasquito, Calamar, Juan Antonio, Silviña, Paula, Moni, Snow… un día hablaré de vosotros y de lo que os quiero y echo de menos) Años de Buena Vida, de La Casa Azúl, Family, los Ángeles. los Bravos, los Salvajes...Pero de Granada, de las noches de Ruido Rosa, de Sugar Pop... hablaré otro día que no se por donde empezar. El caso es que gracias a Granada y a la música conocí a Javi , y con él muchas cosas de la vida, en cuanto a la música me enseña todo. Es su manera de vivir, de sentir la vida, desde la sabiduría y la humildad. Me ilustra, compartimos canciones y gustos, evolucionamos y me lleva donde la música lo lleva a él y si tengo que dar gracias con mayúsculas es también a los Teenagers ( Al Supersonic &The Teenagers) por haberme abierto las puertas de su furgo como a un miembro más, compartiendo kilómetros, muchos conciertos, festivales, comidas de camino a casa,  humor, mucha música, muchas risas y sobre todo por emocionarme cada vez que se suben los seis a tocar y la magia del soul y de la vida en general se apodera de mí …



Feliz día de la música, amigos!





lunes, 6 de mayo de 2013

En otra vida...

Siempre he creído que en una vida anterior he sido portuguesa, y cada vez que vuelvo a Lisboa lo tengo más claro. Hay muchas ciudades en el mundo increíbles, bonitas, con encanto… pero para mí hay una que tiene algo indescriptible, que se escapa a lo racional y objetivo, que me emociona sin parar desde la primera vez que la visité. ..¿ Por qué me gusta tanto Lisboa?

Pues por numerosas razones! Lisboa es una mujer guapísima, que siempre ha vivido de espaldas a todo lo terrenal, que no es consciente de su belleza y eso la hace más grande si cabe…Esa es la razón principal, es una ciudad que reúne todo lo que más admiro y me gusta en esta vida.

Para empezar me quedo con su sencillez porque asomándote a cualquier balcón de la ciudad no es difícil saber que ha tenido muchísimo esplendor, que lleva a sus espaldas siglos de historia, de descubrimientos, de expansión…pero también de decadencia de terremotos, de ser una ciudad que vive de espaldas al resto del mundo pero de cara al océano…y es esa mezcla la que la hace única, luminosa a rabiar, viva y maravillosa.

Me fascina su arquitectura tan peculiar, con azulejos omnipresentes que salpican de mar y de azul sus viejas fachadas, las casas pintadas de colores y sus ropas tendidas en cada balcón, como símbolo y reclamo de su identidad propia.

Lisboa huele a mar, a sardinas, a café y a cocina casera, a vida de verdad, sin perfumes, sin alardes de nada. No es presuntuosa, es auténtica, seria y amable, es abierta, desaliñada, caótica con sus siete colinas que consiguen reconciliarse con la armonía una vez que llega al mar.

Lisboa es también café, tranvías, elevadores, caracoles, bacalao, iglesias, ruínas y revoluciones sosegadas. Es esperanza en los jóvenes que dan vigor al Barrio Alto, arte y poetas vivos desde las estatuas y los recuerdos.

Ir a la Alfama es para mí un rencuentro con lo esencial del ser humano, una dosis de realismo y humanidad. La Alfama me evoca infancia, verbenas, juegos en la calle, vecinos, tiendas y pequeños comercios donde se toma el pulso de la vida. Es una emoción constante, quiero quedarme allí para siempre!! Hacerme vieja y vivir con un gato mirando el mar, con lo estrictamente necesario y escuchar fados. Ayyyy los fados, esa manera de contar las historias a través de la melancolía y nostalgia, esa saudade que llevan los portugueses en su mirada, con sus silencios. Nada más oir los primeros acordes de la guitarra portuguesa que abre un fado siento una emoción propia indescriptible, me hace llorar, me pone los pelos de punta, me hace querer más a todo lo portugués.

Lisboa es guapa, muy guapa y eso ella no lo sabe y ojalá no lo llegue a saber nunca…




martes, 16 de abril de 2013

Emprendiendo que es gerundio

Emprendedor: Que emprende con resolución acciones dificultosas.

Estamos atravesando una época de insondable cambio en todos los ámbitos, un cambio en lo más profundo de la economía, de la sociedad pero sobre todo un cambio de conciencia entre la ciudadanía. Nos ha venido impuesta una crisis a todos los niveles que poco a poco va calando en la manera de afrontar el nuevo paradigma social, político y económico.

El futuro es incierto, y esta incertidumbre es la que como seres racionales que somos nos da miedo, ya que incertidumbre significa no tener control sobre lo que está por llegar, sobre nuestro sino.

Tendemos a asentar unas costumbres, unas pautas sostenidas por unos valores que nos ofrecen cierta seguridad, pero en el tiempo que nos está tocando vivir esos valores están transformándose en una especie de motor de cambio social. Están emergiendo nuevos movimientos sociales, aumentando los vínculos solidarios entre los individuos a nivel local y global. La indignación ha de aprovecharse, como una energía motriz, en crear, en innovar, en atreverse, en creer en el talento personal ( que todos tenemos ).

No quiero hacer apología de la crisis, ni mucho menos ya que somos conscientes de lo mal que lo están pasando muchísimas familias que viven el drama del paro, de la falta de autoestima por verse fuera del mundo laboral, la desazón y la anomia que sienten. Pero quiero vislumbrar un futuro con esperanza ya que nadie puede acabar con nuestra capacidad de sobrevivir y de soñar. Quiero agradecer a los que deciden emprender ( empezar y aprender) , y aquí veo la solución a esta realidad gris que nos rodea. Agradecer a la gente que se atreve, con una idea, con un proyecto, porque en esta valentía está parte de nuestra salvación, siempre contando con los riesgos que son intrínsecos a nuestra realidad, eso los hace mucho más valientes.

Sueño con vencer el miedo y sueño con nuevos valores como la solidaridad , con la ilusión en lo que hacemos de verdad y con creer en uno mismo y en el conjunto de la sociedad.

Como dijo Albert Einstein “ La crisis en la mayor bendición que puede sucederle a las peronas y a los países porque trae progresos. La Creatividad nace de la angustia. Sin crisis no hay méritos. Es la crisis donde aflora lo mejor de cada uno…”

miércoles, 13 de marzo de 2013

Fotos de Domingo


Era domingo y el cielo estaba gris, pero era un domingo sin resaca y eso había que aprovecharlo. Nos lanzamos a explorar los bares del barrio en busca de churros con chocolate. Paraguas en mano y un día por delante sin horarios. En la calle Carranza nos seduce una foto descolorida con unas porras y un café en vaso de caña. Es un bar de toda la vida. Con su camarero de toda la vida, muebles de toda la vida, sabores , olores de toda la vida y clientes de toda la vida. Esos son los bares que tanto nos gustan, con sus azulejos setenteros, sillas acolchadas, raciones de calamares y croquetas a 6 euros y sus cañas bien tiradas. El camarero es simpático, y conoce a cada cliente que entra para leer el periódico mientras toma un café. Nos sentimos bien, es familiar, y allí podemos tomarle el pulso al barrio y a sus vecinos mientras disfrutamos de los preciosas fachadas modernistas que se ven por la ventana, tan típicas de Chamberí.

Con la barriga llena y sin prisas decidimos atravesar Fuencarral con sus tiendas , colores y paseantes hasta llegar a la Fundación Telefónica. Un Edificio de mediados de los años 20 y que fue el más alto de Madrid hasta los 50 y así, seducidos por la exposición fotográfica que hoy alberga el edificio, decidimos entrar. Un grupo de jubilados hacen cola para subir en el ascensor por lo que optamos por subir por las escaleras. En la primera planta hay una exposición de la historia de las telecomunicaciones en España, teléfonos antiguos, aparatos, fotos de las chicas telefonistas de los años 60…me acuerdo de mi padre, telefonista jubilado y amante de su profesión. Siento emoción y respeto y pienso en que mi padre podría haber sido físico o actor de teatro o pastor… pero él ha sido feliz subido en escaleras uniendo cables, arreglando teléfonos, uniendo a las familias en las distancia en una España en blanco y negro.

Con las ganas de llevar a mis padres a ver la exposición, subimos otra planta. Nos asomamos por la ventana y disfrutamos de unas vistas increíbles de la Gran Vía, luce amable y tranquila, como una calle de pueblo en domingo…
Por fín llegamos a la exposición de Virxilio Viéitez, genial fotógrafo gallego. La sala es inmensa y está colmada de retratos en blanco y negro,retratos de gentes anónimas, llenas de alma, de tradición, paisanos con rostros con arrugas en la frente , expresiones curtidas por las largas jornadas al sol y por la dureza de los tiempos y la emigracón. Retratos de niños que orgullosos muestran sus juguetes, es como asomarse al pasado de un pueblo de la Galicia rural de los cincuenta hasta los 70. Llego a sentirme intimidada y fascinada por tantas miradas estáticas, y comenzamos a ver todas las fotos…

Me inunda una extraña emoción, nostalgia e incluso a veces me sorprendo riéndome contemplando alguna escena familiar, algunos tienen caras graciosas y empezamos a imaginarnos sus vidas y el día en el que le hicieron esa estampa. Me fascinan las fotografías de bautizos, comuniones, bodas…con sus mesas llenas de quintos de cervezas y pienso en lo sencillo y humilde que era todo entonces.

En los sesenta las vespas, los moños altos, las gafas de pasta y los jóvenes se divierten, ríen y charlan en los bares y pienso que hay cosas que afortunadamente nunca cambian, la luz llega a una Galicia que parece que renace…

Y con la década de los ochenta llega el color a las fotos, los peinados imposibles, las bodas de gemelas con idénticos vestidos, ahora el mar gallego brilla con toda su fuerza. Observo a los demás visitantes y los sorprendo sonriendo. En la enorme sala domina la nostalgia y la empatía con los recuerdos propios. Qué maravilla a través de los ojos un fotógrafo que llegó por casualidad, que supo hacernos testigos de su mundo a través de sus fondos de sábanas blancas.


Soy un flipailla, lo se, pero hay cosas que me emocionan muchísimo y sin avisar. Una vez más me reafirmo en mi pasión por el costumbrismo como modo de vida , por lo cotidiano, lo que no se pretende, lo que sale del alma sin avisar, como un domingo sin planes y sin prisas..