miércoles, 28 de mayo de 2014

Aquí y en otro lugar

Hace unos años vi “La Genou de Claire” de 1970 y recuerdo salir fascinada del mítico cineclub de la Universidad de Granada, por la estética y por el lago donde se había rodado. Se me había olvidado esa  película casi por completo hasta que ahora, 10 años después, decidimos ver qué se cocía por  el trozo de mundo fracosuizo. Nunca imaginé que por casualidad, recordaría en un inolvidable  paseo en barco por el Lago Annecy, esos paisajes que casi había olvidado y donde Eric Rohmer decidió homenajear a Gaugin y su mundo de luz y color.
Instalaríamos nuestro campamento base al otro lado de la frontera, en Francia, un precioso apartamento que sería testigo de nuestra derrota, en calidad de turistas, cada día al atardecer y ¡hasta de nuestra proclamación como campeones de liga!
Empezamos en Ginebra. De Ginebra me quedo con su cementerio y su Parc des Bastions, un romántico parque tan especial como los habitantes que llevan descansando allí desde hace siglos. También con su casco viejo, impregnado por la Reforma,  lleno de fuentes floreadas y su tranquilidad de pueblo.

Annecy
Annecy


Al día siguiente, cogimos un tren a Annecy ( FR) un pueblo de La Alta Saboya que soñaba con conocer desde que lo vi en una vieja guía de viajes. Annecy es medieval, coronado por palacios y su castillo y que se nutre de numerosos canales adornados por flores y edificios tintados de colores fuertes. Annecy se abre al Lago que lleva su nombre, el mismo donde rodó el director francés y que quisimos conocer a través de un crucerillo en barco (siempre hay que hacer alguna turistada). El viaje en barco por el lago fue muy especial, ahí es donde me acordé de esa película! Acompañados por un grupo de teenagers desbocados, conseguimos entender tanta belleza junta, la de un lago con agua azul cielo en contraste con el verde de las montañas y humanizado levemente con Castillos en isletas y edificios de la Belle Epoque donde el corazón utópico de la pobre Clara buscaba consuelo en las tardes de verano…


Lago Annecy

Tras reponer fuerzas con dos crepes de chocolate, nos disponíamos a coger el tren de vuelta, ahí en ese viaje de regreso, es cuando decidí que me encantaría ser una vaca y con ese pensamiento bucólico me fui rendida a la cama…
Amanece de nuevo, y ¡hoy vamos a conocer un poco más Suiza! Algunos de los pueblos que bordean en Lago Léman, concretamente.. Sacamos un billete de tren que unía dos puntos del cantón de Vaud. De Ginebra a Montreux y durante ese trayecto fuimos bajando en los pueblos que nos iba apeteciendo., así un poco a la aventurilla.

Lago Léman ( Montreaux) 

A través del ventanal del tren, íbamos viendo como las montañas se acercaban majestuosas y nosotros cada vez más cerca del lago  íbamos quedándonos sin palabras, nunca habíamos visto nada tan bonito…
Fuimos hasta Montreux, conocida por su festival de Jazz por sus hoteles de finales del siglo XIX, y entre otras muchas cosas, por la privilegiada vista de los Alpes y el Lago. Como siempre digo, una es muy flipá, pero allí frente al lago, sentí mucha emoción imaginándome tiempos impregnados de optimismo,de búsqueda de la belleza , placer y la elegancia de una burguesía que se empeñaba en brillar más que la nieve de las cumbres alpinas.

Vivey


Vivey

Decidimos seguir bordeando el lago hasta llegar a Vivey. El pueblo donde Chaplin decidió esperara pasar a mejor vida , no me extraña, yo de allí al cielo también! Nada más llegar había un mercadillo de comidas, olía a quesos y vino así que decidimos comernos nuestras viandas en algún punto del lago. Nuestra ensaladica de arroz y bocadillete de salchichón, mirando esa parte del lago podríamos habernos quedado media vida, pero el tiempo pasaba y las ganas de seguir descubriendo iban en aumento. Recorrimos su casco viejo y sin palabras nos quedamos recorriendo sus calles llenas de flores, pinturas, cafés y tiendas de decoración de los años cincuenta….

¡¡Vamos al pueblecillo de los viñedos! Dijimos cogiendo la mochila y la cámara de fotos y bajarnos en Sanit Shaphorin, pueblecito de ensueño, la joya de Lavaux y patrimonio de la humanidad. Sus calles estrechas no pueden evitarer la luz cegadora de los alpes. Allí nos tomamos un café entre viñedos y como no, de cara al lago.
Ya han pasado bastantes días y sigo amaneciendo pensando en Saint Shaphorin, dudo que haya un pueblo más bonico en este mundo!



Saint.-Saphorin

Saint Saphorin



Con el alma llena de belleza hicimos la última visita del día y quisimos ver Laussane, una de las ciudades más grandes e importantes de Suiza. Nos gustó mucho su ambiente, la plaza central llena de cafés y comercios. Y por supuesto, su catedral. Una joya del siglo XIII que mira con eterna juventud al lago Léman. pero la fortaleza del turista tiene un límite y mi tobillo se puso como una bota de vino, por lo que decidimos volver a nuestro apartamentillo francés…

Y amanecimos, era nuestro último día y decidimos que sería un día tranquilo, así que nos fuimos a la estación de tren y sobre la marcha decidimos conocer un pueblecito francés que había nacido a las faldas de las montañas. La Roche Sur Foron en la región Ródano- Alpes. Preciosa aldea, con encanto, con lugareños amables tomando vino al sol,paseamos, subimos al castillo y seguimos embelesados mirando las  montañas.









 Este ha sido nuestro viaje. Nos quedamos con el encanto natural de Suiza, con su luz, una luz intensa y blanca, con la alegría de sus casas, las flores, los lagos, las vacas que pastan felices, los canales de Annecy, la historia y el vino de Saint Saphorin, el Lago Leman .
, el Lago de Annecy, la Nouvelle Vague,
  la Belle Epoque, sus palacios y castillos, y con Clara y sus amores de verano......


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