Me preguntas si me gusta ésto y no lo puedo evitar, me gustan estas fechas aún sabiendo que un día dejarán de gustarme para volver a gustarme cuando tenga hijos o nietos o algo pequeño por quien volver a ilusionarme, pero por ahora me encantan las luces que hacen que las ciudades parezcan que se van de boda, y las olas de frío que llegan justo ahora, las chimeneas de las casas mezcladas con el olor de aceituna machacadas por las ruedas de los tractores, los días de campo en los olivos las cenas familiares con gambas sin límite, los amigos invisibles y visibles, todo eso me gusta.
Aunque quiera, no puedo negar que me emociono con los que les toca “El Gordo” y con las historias que cuentan en la administración pertinente entre vecinos curiosos, agujeros tapados, hipotecas esfumadas, décimos compartidos y por compartir y viajes imposibles por hacer.
Ah, hasta las uvas y quedarme en alguna casa dormida en un sillón desafiando a las grandes fiestas populares y a sus vestidos largos, no me gustan los mantecados ni turrones por lo que paso directamente a los pacharanes, moscateles, anisetes cerca de la chimenea y sin prisas.
Me gusta la niebla de mi pueblo y sus bares abarrotados y la luz naranja y fría de estos días...Qué le vamos a hacer, tú me has preguntado y yo te he contestado.
Tus letras le dan la puntilla a la nostalgia, rectivada en estos días a base de olores e imágenes que se revuelcan en la niebla de este pueblo fantasma en invierno.
ResponderEliminarEs una buena noticia que te sigan gustando las cosas que se repiten, aunque nunca lo hacen del mismo modo.